Estoy viviendo (4)
Aparqué el coche un poco lejos de
casa, pero no me importó demasiado. Cogí el papel con el número del asiento del
copiloto para preguntarle a Tania si era suyo .
-¿Hola? – dije nada más abrir la
puerta. Nadie contestó, pero la puerta no estaba cerrada con llave y la luz de
la cocina estaba encendida, así que me imaginé quienes dos estarían en la
habitación.
Como no podía entrar a mi cuarto
(porque también era el cuarto de Tania y teníamos una norma que… Bueno,
básicamente, mi presencia sobraba un poco en ese momento) ni preguntarle a
Tania de quién era ese número, me senté en el sofá. Encendí la televisión, cogí
algo de sobras de la nevera como casi todas las noches y estuve haciendo
zapping un buen rato. Pero la verdad es que no le presté demasiada atención a
la televisión ni a la comida.
Al poco tiempo me di cuenta de que
no hacía ni frío ni calor, que se estaba demasiado a gusto, y me decidí a dar
una vuelta por el barrio. Había
anochecido y no había casi luna. Iba a salir sólo con las llaves, pero cogí el
folio y el móvil en el último segundo.
Estuve dando algunas vueltas por la
calle hasta que llegué a un parque. La mayoría de las farolas estaban casi
apagadas, por no hablar de las que estaban totalmente oscuras. Había varias
personas paseando a perros, algunas parejas empalagosas y dos o tres amigos en
un banco hablando en voz baja (lo que no voy a decir que no me extrañó).
Llevaba una chaqueta fina, y saqué
de uno de sus bolsillos el papel con el número.
-¿Y si llamo? – pensé – Me
ahorraría tener que preguntarle a Tania, además igual me llevo alguna sorpresa.
Me quedé unos minutos más pensando
con el papel encima de mis muslos, pero terminé sacando el móvil y marcándolo.
El teléfono sonó varias veces antes
de que la llamada se cortase. Lo dejé a mi derecha y suspiré un poco.
-Pero, ¿se puede saber que te
esperabas? – me dije - ¿Que contestara un chico con una voz súper seductora y en
dos días estuvierais súper enamorados? Me parece a mi que imaginas demasiado.
Seguramente sea el número de un publicista de Tania, o algún bloggero o
diseñador web que prometió llamar y se le ha olvidado su número en el coche,
nada más.
Me di una palmada fuerte en la
frente de “recompensa”, arrastré mi mano por el pelo y cogí el móvil. Miré el
papel y estuve a punto de arrugarlo y tirarlo al suelo, pero recordé que era de
Tania y que quizás (sólo quizás) le fuera útil. Me levanté el banco sin ganas y
guardé ambas cosas en mis bolsillos.
Eran casi las diez y media, pero no
me importaba demasiado la hora. Empecé a avanzar hacia casa despacio, sabía
perfectamente que Tania y Mario se quedarían allí hasta que yo tuviera que
echarlos, pero no tenía demasiada prisa.
En el fondo quería alargar la
vuelta a casa lo suficiente para ver si ese alguien me devolvía la llamada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario